Necesito

NECESITO


Necesito esa luz extraña,
inapropiada,
la que se ha posado
sobre la torre
-oscura hace nada bajo la tormenta-
iluminada, ahora, de golpe, en la baranda.

Te necesito a ti; ese destello bajo tromba de agua;
ese gemir de placer y de muerte,
esa locura que yace en nuestra fosa -común, claro-.
Dolor de costillas -tuyas y mías-
vagando por el espacio
infinito...
sueltas y sin dueño,
sin velos ni refajos,
a cara descubierta.
No soy media naranja de nadie.
Soy tu naranja -ahora-, o me comes o te como.
Eres tú la que viene gritando:
¡Mee Too! Mee Too!, una y otra vez
hiriendo esa herida mal cerrada.
¿Necesito confesar, auto-inculparme
del vicio y de la violencia de género para conseguirte?
Lo haré. ¡Lo hago ya¡
Necesito de tu presencia,
de tu olor,
de tus ojos, caderas, vientre y nalgas; de tus
brazos, tetas y piernas. Te necesito
TODA desde tus crenchas negras
a tus ilustradas uñas en esos hermosos pies.
Esa tersura. Esa violenta dulzura. Si. Las necesito.
Te necesito más que Jesús
necesitó y deseó a la Magdalena.
Si. La ramera.
¿Arrepentida? ¡Quía!
Más completa y sabia que nunca;
la que nos enseño ese camino ese que no existe...
Lo descubrió todo sobre mi; lo descubriste.
Supiste de la ambigüedad
de mi sexo
de mi torpeza,
de mi fragilidad...
de todo, lo que unido con tu saliva
y el semen de mi cuerpo,
sabe a la vida,
¿La vida?
Si. Ese misterio no resuelto.
José Antonio Vidal Castaño/octubre 2018