Notas marginales
“Pasé dos años en la escuela de la inutilidad (…)
en los que aprender y vivir eran lo mismo”.
Simón Leys, "Breviario de saberes inútiles", 2011
De su trayectoria como historiador, destacaré en Justo Serna su
constante preocupación por la microhistoria. Considerada inicialmente
como una rama de la historia cultural, diríase que al conjuro de sus
trabajos, de sus aportaciones acerca de la moderna cultura de masas, se
amplifica su eco al hilo, sobre todo, del pensamiento freudiano…
Hacer microhistoria es dotarse de nuevos instrumentos adicionales reales o imaginarios -la metáfora del microscopio que va ampliando su horizonte- para comprender mejor lo que narramos y lo que nos narran; para asimilar y deglutir mejor lo que contamos y lo que nos cuentan… pero también como una disciplina, una poderosa herramienta de análisis y reflexión cada vez más abierta y compleja.
Justo Serna plantea en todas sus publicaciones una sugestiva reflexión histórica dirigida por y hacia la imaginación, aplicable, por ejemplo, a las novelas y el entorno de las mismas, subrayando ese contexto histórico tan anhelado y tan ignorado, a veces, incluso por los profesionales de esta materia… Pero no se detiene ahí sino que se interroga, teoriza y se ocupa sobre causas, orígenes, porqués… Y esta forma de atravesar lo histórico viene siendo ya una referencia y por ende un espacio cultural.
Es, tal vez, la impaciencia por buscar, la pasión del buscador de tesoros (palabras, cosas, personas, máquinas…) o ambas cosas a la vez lo que me seduce y atrae de su obra, bien la conciba y escriba en solitario o en colaboración con Anaclet Pons, Alejandro Lillo o Joan Calabuig… La libertad y la originalidad en la redacción se unen a la interdisciplinariedad y transversalidad de sus contenidos, que bucean y penetran en los arcanos e iconos culturales más modernos.
El pasado no existe (Punto de Vista, septiembre 2016) es un fascinante ensayo de Justo Serna sobre la historia explicado en tres partes.
El asunto central que se propone y consigue el autor, es -a mi parecer- demostrar que la historia no es una disciplina inútil, ni tampoco, ¡ojo! el simple refugio de la memoria. Insiste en ello. Es persistente. Una perseverancia que comparto.
En El pasado no existe todas sus consideraciones se matizan con ejemplos, desde los más sencillos a los más complejos. Todo lo que sabe de historia [Serna dixit], al menos lo que le ha servido de guía lo aprendió en los libros de aquel gran señor de la cultura y la sabiduría que fue Edward Hallet Carr, uno de los historiadores más insignes, sobre todo por cómo trata y cuenta esta disciplina. Sus encuentros intelectuales con el maestro británico le dejaron poderosa huella. En 1974, encontró a Carr en un libro editado por Fontana y publicado por Salvat. Serna señala, que pese al interés de Fontana por encasillarlo o por “querer sacar de él su simpatía marxista”, no hacía más que ponerle limitaciones.
Para Serna, Carr era mucho más que un aprendiz de marxista. Era: “Un inglés nacido libre que estuvo en el centro de los acontecimientos, que observó el materialismo histórico, que estudió la Revolución Rusa, que examinó a los románticos”. Entendía la historia como una pesquisa continua… Se mostró capaz de defender en cada texto, en cada línea, en cada aportación, al hombre, genéricamente hablando, y con una actividad incesante llegar al conocimiento de pretéritos, contextos, causas y consecuencias.
El tratamiento de la historia como presente continuo, pues, se impone en este ensayo. El título, El pasado no existe, más que provocar –que también– se hace preguntas sobre los límites de determinadas actuaciones históricas para llevarnos a reflexionar acerca de que el pasado no existe, “al menos como cada uno de nosotros pudiera haber deseado”…
Quedan en el texto, amén de páginas apasionantes, inquietantes preguntas que siguen vigentes: ¿Hay que festejar el día nacional? O, ¿hasta qué punto el dolor de los muertos debe influir en la evolución posterior de los acontecimientos? Preguntas que, no intentaré desentrañar, ni matizar, ni enmarañar. Lo que pretendo es recomendarles, incitarles a que vayan directamente al libro, que busquen, lean e incluso relean, para impregnarse del olor y el sentido de la historia.
José Antonio Vidal Castaño
(19-10-2016)
Nota. Presenté este libro el pasado 14 de octubre de 2016 en la
librería Ramón Llull de Valencia.
Hacer microhistoria es dotarse de nuevos instrumentos adicionales reales o imaginarios -la metáfora del microscopio que va ampliando su horizonte- para comprender mejor lo que narramos y lo que nos narran; para asimilar y deglutir mejor lo que contamos y lo que nos cuentan… pero también como una disciplina, una poderosa herramienta de análisis y reflexión cada vez más abierta y compleja.
Justo Serna plantea en todas sus publicaciones una sugestiva reflexión histórica dirigida por y hacia la imaginación, aplicable, por ejemplo, a las novelas y el entorno de las mismas, subrayando ese contexto histórico tan anhelado y tan ignorado, a veces, incluso por los profesionales de esta materia… Pero no se detiene ahí sino que se interroga, teoriza y se ocupa sobre causas, orígenes, porqués… Y esta forma de atravesar lo histórico viene siendo ya una referencia y por ende un espacio cultural.
Es, tal vez, la impaciencia por buscar, la pasión del buscador de tesoros (palabras, cosas, personas, máquinas…) o ambas cosas a la vez lo que me seduce y atrae de su obra, bien la conciba y escriba en solitario o en colaboración con Anaclet Pons, Alejandro Lillo o Joan Calabuig… La libertad y la originalidad en la redacción se unen a la interdisciplinariedad y transversalidad de sus contenidos, que bucean y penetran en los arcanos e iconos culturales más modernos.
El pasado no existe (Punto de Vista, septiembre 2016) es un fascinante ensayo de Justo Serna sobre la historia explicado en tres partes.
El asunto central que se propone y consigue el autor, es -a mi parecer- demostrar que la historia no es una disciplina inútil, ni tampoco, ¡ojo! el simple refugio de la memoria. Insiste en ello. Es persistente. Una perseverancia que comparto.
En El pasado no existe todas sus consideraciones se matizan con ejemplos, desde los más sencillos a los más complejos. Todo lo que sabe de historia [Serna dixit], al menos lo que le ha servido de guía lo aprendió en los libros de aquel gran señor de la cultura y la sabiduría que fue Edward Hallet Carr, uno de los historiadores más insignes, sobre todo por cómo trata y cuenta esta disciplina. Sus encuentros intelectuales con el maestro británico le dejaron poderosa huella. En 1974, encontró a Carr en un libro editado por Fontana y publicado por Salvat. Serna señala, que pese al interés de Fontana por encasillarlo o por “querer sacar de él su simpatía marxista”, no hacía más que ponerle limitaciones.
Para Serna, Carr era mucho más que un aprendiz de marxista. Era: “Un inglés nacido libre que estuvo en el centro de los acontecimientos, que observó el materialismo histórico, que estudió la Revolución Rusa, que examinó a los románticos”. Entendía la historia como una pesquisa continua… Se mostró capaz de defender en cada texto, en cada línea, en cada aportación, al hombre, genéricamente hablando, y con una actividad incesante llegar al conocimiento de pretéritos, contextos, causas y consecuencias.
El tratamiento de la historia como presente continuo, pues, se impone en este ensayo. El título, El pasado no existe, más que provocar –que también– se hace preguntas sobre los límites de determinadas actuaciones históricas para llevarnos a reflexionar acerca de que el pasado no existe, “al menos como cada uno de nosotros pudiera haber deseado”…
Quedan en el texto, amén de páginas apasionantes, inquietantes preguntas que siguen vigentes: ¿Hay que festejar el día nacional? O, ¿hasta qué punto el dolor de los muertos debe influir en la evolución posterior de los acontecimientos? Preguntas que, no intentaré desentrañar, ni matizar, ni enmarañar. Lo que pretendo es recomendarles, incitarles a que vayan directamente al libro, que busquen, lean e incluso relean, para impregnarse del olor y el sentido de la historia.
José Antonio Vidal Castaño
(19-10-2016)
Nota. Presenté este libro el pasado 14 de octubre de 2016 en la
librería Ramón Llull de Valencia.
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