EL CINE “A POQUETA NIT”
AYER, día revuelto con aires de tormenta era, tal vez, el más adecuado para ver en la sala “íntima” de los cines Babel y con dos buenos amigos “Happy End” la cinta dirigida por M. Haneke en 2017 y que me paerdí en su momento.
Hubo entonces lo que en tauromaquia se llama división de opiniones. Cannes le dio la Palma de Oro, pero los más exigentes (¿?) hablaron de una obra menor.
A mi no me parece de menor
importancia conseguir reflejar el complejo mundo de relaciones y
contradicciones, por una parte, con la realidad social, laboral y
cotidiana que les rodea y, por otra con el propio nicho familiar donde
se reproducen las tensiones del entorno a través de personajes marcados
por un ejercicio desmedido de la voluntad de poder capaz de incurrir en
el suicidio o llegar al asesinato con tal de obtener sus fines.
Ausencia de sentimientos convencionales, hipocresía social, marginación y deseos de venganza; disputas laborales que no llegarán a los tribunales de justicia acalladas por el chantaje moral y la hueca palabrería de la alta burguesía empoderada manejada por sus más conspicuos representantes: brillantes abogados, mediadores, entidades de crédito…
Todo ello matizado por un manejo de la cámara que nos lleva hasta la intimidad del ordenador portátil para espiar a una hija (una adolescente, acostumbrada a apartar de su vida lo que no le gusta) a espiar a su vez, a su propio padre en sus amoríos, y mucho más.
Una película de Haneke nunca acaba bien, pero esta que no tiene personaje plano ni sentimiento bueno, se contenta con mostrar crímenes del pasado con coartadas de más que dudosa moralidad…
Puede que no guste a cierta parte del publico la manera de hacer cine de H., pero de lo que no hay duda es que ante este Final Feliz nadie queda indiferente. Obliga a la reflexión. Y a ello ayudan también los actores. El ya anciano J. L. Trintignant se muestra convincente y la veterana I. Hupepert, está magnifica en el papel que interpreta, que siempre es el mismo, porque es toda ella, su cuerpo, su gestualidad los que se vuelcan en su interpretación de su gran papel: el de la gran dama burguesa reprimida y represora…
Y nada más. Insistir en que esto no es una critica ni la reseña de esta película sino los comentarios de un amante empedernido del cine, de esa locura que en tiempos, llego a llamarse, de forma tal vez algo pomposa, séptimo arte.
Ausencia de sentimientos convencionales, hipocresía social, marginación y deseos de venganza; disputas laborales que no llegarán a los tribunales de justicia acalladas por el chantaje moral y la hueca palabrería de la alta burguesía empoderada manejada por sus más conspicuos representantes: brillantes abogados, mediadores, entidades de crédito…
Todo ello matizado por un manejo de la cámara que nos lleva hasta la intimidad del ordenador portátil para espiar a una hija (una adolescente, acostumbrada a apartar de su vida lo que no le gusta) a espiar a su vez, a su propio padre en sus amoríos, y mucho más.
Una película de Haneke nunca acaba bien, pero esta que no tiene personaje plano ni sentimiento bueno, se contenta con mostrar crímenes del pasado con coartadas de más que dudosa moralidad…
Puede que no guste a cierta parte del publico la manera de hacer cine de H., pero de lo que no hay duda es que ante este Final Feliz nadie queda indiferente. Obliga a la reflexión. Y a ello ayudan también los actores. El ya anciano J. L. Trintignant se muestra convincente y la veterana I. Hupepert, está magnifica en el papel que interpreta, que siempre es el mismo, porque es toda ella, su cuerpo, su gestualidad los que se vuelcan en su interpretación de su gran papel: el de la gran dama burguesa reprimida y represora…
Y nada más. Insistir en que esto no es una critica ni la reseña de esta película sino los comentarios de un amante empedernido del cine, de esa locura que en tiempos, llego a llamarse, de forma tal vez algo pomposa, séptimo arte.
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