La ilustración de fondo

La ilustración de fondo
La Plaça de la Creu en Benimàmet es uno de los espacios más entrañables de este lugar cercano a Valencia. El artista valenciano Paco Roca ilustra, dibuja, recrea, en esta bella postal, ese espacio a "la antigua".

jueves, 11 de julio de 2019

Franz y Freud en la Viena de 1937

Franz y Freud en la Viena de 1937

Entre 1934 y 1938 buena parte de los habitantes de Viena y de toda Austria, vivieron bajo presión política y en casi constante sobresalto, motivado por atentados terroristas perpetrados por nacionalsocialistas austriacos decididos a acelerar la anexión de su país por la Alemania de Hitler. En estos años se contabilizaron, a manos de los terroristas nazis, 800 muertes amén de innumerables violencias contra personas y propiedades, comercios y otros establecimientos regentados por judíos o por quienes tenían trato con ellos o se negaban a aceptar que la violencia fascista fuera el eje de sus vidas.

Este es el clima social que trata de captar y lo hace, la película “El vendedor de tabaco” (Der Trafikant, 2018) dirigida por N. Leytner y con sólido guión de K. Ritcher basado en la novela homónima del escritor alemán Robert Seethaler, sobre quienes conozco pocos más datos.

Franz (Simón Morzé) a sus 17 años se educa en la libertad e ingenuidad de la naturaleza, en un pueblo de las montañas. Bucea en un cercano lago y sueña con tesoros escondidos, protegido por su joven madre. Al quedar esta desprotegida por la muerte de su amante, decide enviar a su hijo a Viena para que emprenda el camino de la vida como aprendiz de un “vendedor de tabaco” (aquí diríamos estanquero). El pequeño y modesto, casi miserable comercio de herr Trsnjek, será no solo su lugar de trabajo sino también su única morada acompañado de cerca en la trastienda por una solitaria araña que sube y baja del techo o se pasea por sus libros y pertenencias tejiendo y destejiendo la maraña de su tela. Estamos en la Viena pre-Anchluss de 1937, mientras que en España se libraba la más cruenta Guerra Civil. En algún momento, llegamos a pensar que la araña, cada vez más grande, es la metáfora del avance inexorable del nazismo…

El señor T, que perdió una pierna en la Guerra de 1914, ha pasado por todo y simpatiza con los antifascistas a quienes, desde su modestia, acoge y apoya.
 

También dispone de clientes judíos y uno bien ilustre, aficionado a fumar exquisitos habanos. Un día Franz conoce al ilustre cliente, un señor muy mayor y de mediana estatura y buen porte, con barba y pelo blancos, médico famoso de “los que ponen en orden la cabeza”, el doctor Sigmund Freud (Bruno Ganz). Franz, cree encontrar en él a su mentor y le promete leer todos sus libros. El analista le asegura que le será más útil encontrar a una chica y aprovechar todo lo que Viena pueda ofrecerle.

Mientras Freud, discreto y poco locuaz aparece y desaparece, Franz encuentra a Anezka (Emma Dogunova) una chica que debe prostituirse para sobrevivir. La pierde y la reencuentra (por consejo de ‘su amigo’ el doctor, quién pide a sus pacientes tumbarse en un diván para contarle sus secretos íntimos) pero el destino se muestra cruel. La chica está ahora bajo la protección de un pequeño rufián quien se lucra con sus ganancias como striper. Chulo que a su vez será asesinado y sustituido por un oficial nazi.

El doctor recluido en su casa y con vigilancia de la Gestapo no tardará en viajar a Londres, lejos del cataclismo socio-político que se avecina. El estanquero T., no tardará en ser extorsionado, detenido y finalmente asesinado por ddefender a un amigo comunista. Franz, cerrará la tienda y volverá con su madre, pero ya nada será igual en Austria, ni en Alemania, ni en Europa y el mundo.

Esta vez (pido disculpas) me ha parecido interesante avanzarles el spoiler de esta cinta que recomiendo ver pese a la desigual acogida por parte de críticos y columnistas. Ni Bruno Ganz está fantástico en su actuación, como se dice por ahí, ni el doctor Freud es una presencia imprescindible para el desarrollo de este drama, aunque no dejan de ser un atrayente adorno. Franz y su estanquero el señor T., con sus clientes y amigos, Franz y su novia perdida en miserables burdeles o en cafetines suburbiales de una Viena helada; Franz y su mundo interior con sus soliloquios más kafkianos -insisto- que freudianos, son, entre otras pequeñas virtudes, más que suficientes para disfrutar moderadamente de hora y media de cine. Vayan a verla y hablamos...


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