Benicássim: Brigadistas en el
hotel Voramar
2017-07-02T21:12:50+02:00
Benicàssim
tiene, como diría John Dos Passos, un “deje árabe”. El que le da su origen en
el siglo XII como alquería musulmana de los “hijos de Càssim” entre un mar –de
intenso azul-verdoso- y los roquedales del Desierto de las Palmas, que no es
tal desierto, sino lugar de oración y de palmeras.
Pérez Bayer,
arquitecto de la iglesia de Santo Tomás marcó su evolución posterior. Hoy es,
al parecer, la población valenciana con mayor renta familiar per capita.
En su geografía urbana destacan las “Villas”, casas achaletadas que se
consolidaron, cual Biarritz levantino, en las primeras décadas del siglo XX y
el futuro hotel Voramar, levantado en 1930. Emblemas de un pasado burgués y
cosmopolita, son lugares de la memoria que he vuelto a visitar.
En la Guerra
Civil las villas, abandonadas, fueron incautadas para servir como casas de
reposo a brigadistas internacionales y soldados republicanos combatientes en
las batallas de Madrid y Teruel. Villa Pons fue hospital junto las villas Oliag
(hoy convertidas en apartamentos); Villa Margarita economato y matadero; Villa
Pilar, rebautizada como General Miaja, fue archivo general… El hotel Voramar,
que lució un rotulo como “Villa Frente Popular” disponía de dos plantas y fue
el principal recinto hospitalario con quirófano, organizado por los hermanos
Peña, médicos de Castellón, militantes de UGT y Esquerra Valenciana
respectivamente. El checo Bedrich Kiss, cirujano jefe, contó con médicos de
varias nacionalidades que aplicaron eficaces técnicas en el tratamiento de
heridas de bala sobre piel y huesos. La doctora vienesa Brauner dirigía el
orfanato en las villas Elisa y adyacentes, que contaron con una escuela. La red
hospitalaria llegó a disponer de 3000 camas, 25 enfermeras de Castellón y
evacuadas de Madrid y unas 40 mujeres de la limpieza, más algunos jóvenes de la
localidad para velar enfermos, según diversas fuentes.
Una
biblioteca y un café se ubicaron en Villa Beutel y se organizaron recitales, conciertos y funciones teatrales en el garaje del Voramar. Los escritores
Alejo Carpentier, Hemingway, Erhenburg y tal vez Dos Passos visitaron las
villas en 1937. El primero nos ha dejado sus impresiones en el libro La
consagración de la primavera. El futuro dirigente yugoslavo “Tito” fue uno de
los pacientes hospitalizados. Partículas de estas historias pueden leerse en
los carteles que debemos a José A. Casañ (sic) situados en el paseo marítimo, y
en el libro editado por el Voramar con motivo de su 75 aniversario.
Unos 50
brigadistas fueron enterrados en Benicàssim como recuerda una placa colocada
por la asociación González Chermà, pero el alcalde Manuel Llorca, en grave
ofensa a esta memoria, procedió a retirarla. Protestas de vecinos y entidades
han devuelto la placa a su emplazamiento en el interior del cementerio, según
he podido comprobar. Otra cosa son los restos mortales de los brigadistas. Los
no reclamados por sus familiares fueron trasladados hace años, por orden
expresa del Caudillo, al polémico Valle de los Caídos.
Por
José Antonio Vidal Castaño
(Tomado de la publicación digital: Lo que somos de Madrid, que lo reprodujo el 2 de julio de 2017)
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