ITINERARIO
He recorrido, trabajosa y cansinamente apoyado, hoy, en mi bastón -un artilugio de aluminio acerado, puño de plástico y contera de goma- las tres calles (tres tramos de ellas) que me separan de mi exquiosco de prensa.
Digo exquiosco porque hoy es más un pequeño bazar que otra cosa donde, casualmente se puede comprar algún periódico o encontrar alguna revista. También he comprado unas "chuches" para cuando vienen a casa mis sobrinas que suelen consumirlas con la misma facilidad con la que hunden sus deditos en sus esmartfones.
El recorrido, el itinerario, no por conocido deja de estar lleno de
sorpresas y de pequeños obstáculos que me obligan a sortearlos. Las
aceras en particular están sembradas de cagadas, mierdas sintéticas de
pequeños canes que sus dueños (plural genérico) tienen a bien consentir
para evitar-se el trabajo de buscar lugares más distantes y
despejados...
Al airecillo enervante de este invierno seco, por ahora, en Valencia, en este rinconcillo de Benimamet, se le suma el perfume de las pequeñas deposiciones de tan risueños animalitos. No son ellos, pobres criaturitas desvalidas sometidas a sus dueños sino esas personas adultas que les acompañan las que me preocupan.
Uno de ellos, acaba de poner su coche delante de mi camino y en un clic (como en facebook) abre puertas y baja una troupe de niños que invaden calle y aceras, soltando a sus perritos. ¡Dios!
Cambió de rumbo pero no puedo dejar de mirar hacia ese coche. De pronto una señora de buen ver (pido disculpas y permiso) baja de ese coche y se cruza en mi camino. No he podido dejar de mirarla unos segundos. He intentado, lo juro, no hacerlo, pues, además, no le había pedido permiso. No se quién me ha dicho que pueden denunciarme por ello...
Hoy me ha costado más llegar a casa con mi carga de chucherías y periódicos.
Al airecillo enervante de este invierno seco, por ahora, en Valencia, en este rinconcillo de Benimamet, se le suma el perfume de las pequeñas deposiciones de tan risueños animalitos. No son ellos, pobres criaturitas desvalidas sometidas a sus dueños sino esas personas adultas que les acompañan las que me preocupan.
Uno de ellos, acaba de poner su coche delante de mi camino y en un clic (como en facebook) abre puertas y baja una troupe de niños que invaden calle y aceras, soltando a sus perritos. ¡Dios!
Cambió de rumbo pero no puedo dejar de mirar hacia ese coche. De pronto una señora de buen ver (pido disculpas y permiso) baja de ese coche y se cruza en mi camino. No he podido dejar de mirarla unos segundos. He intentado, lo juro, no hacerlo, pues, además, no le había pedido permiso. No se quién me ha dicho que pueden denunciarme por ello...
Hoy me ha costado más llegar a casa con mi carga de chucherías y periódicos.
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