Desnudas
Y la torre enmudeció,
de repente
al veros desnudas.
Estaban dando las cinco
o' clock
y clokeó por última vez
el gallo y,
asomó, primero
la lluvia, luego el cisne de tu vientre;
más abajo
la vertiente húmeda del Támesis y,
por último,
todo Londres,
amaneció en pijama.
Ya no hay torre, ni reloj,
ni río, ni puente,
ni Londres siquiera;
inundados por el aguacero de la sonrisa, por
la menuda inquietud de vosotras dos
desnudas,
corriendo en medio de esa niebla
que vuelve, vencida,
por el calor posindustrial
de vuestra carrera; así
como Zeus os trajo al mundo.
Yo desde Saturno,
os bendigo y saludo.
JAVC (24/12/2015)
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