Roxana
Era rotunda como una caribeña
y pese a su parcial desnudez,
tímida
como la flor muda del desierto,
recatada
como la palmera que se agita
sobre los días
interminables
de sol abrasador.
Mulata
bañada por el blanco
esperma de las olas
bajo el oscuro manto
de las noches.
Noches cortas de amor,
intensas y fugaces
como la suave brisa salvaje
que todos los días
besa una y mil veces la playa.
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