Pocas veces he visto a cuatro
personas más perdidas que a los cuatro protagonistas del debate (¿?) electoral
tan absurdamente planteado y peor resuelto por ese ente mediático y bicefalo
llamado A3 Media.
Kafka no lo hubiese imaginado
mejor que el director, el guionista y los "conductores" del mismo Ana
Pastor (envarada y chillonceta como siempre) y Vicente Vallés el
"conciliador", metrónomo de tiempos y equilibrios sin sentido, y tan
poco imaginativos ambos, como de costumbre.
Con este escenario de diván
psiquiátrico sin divanes, ni siquiera sillas, sin atriles, con piloncitos de
madera para depositar papelitos y vasos de agua que nadie se atrevió a consumir
y ridículos taburetes asistimos a la verborrea más desangelada,
despersonalizada y polichinelesca de la historia de los debates electorales
televisivos. Cuatro marionetas más que personajes en busca de autor que
hubieran entusiasmado al propio Pirandello y desilusionado a cualquier hijo de
vecino sensato.
A Sánchez -y me molesta infinito tener que escribir esto- le
falta madera de líder. Parecía el chico aplicado con el traje de los domingos.
Domina los datos pero le falta el punch, la movilidad y oficio de orador; la
chispa y la oportunidad para apretar cuando se debe. En ocasiones me parecía un
'madelman' sin recursos -¿los recuerdan?- aquellos muñecos que braceaban sin
acompasar su pensamiento a la rigidez de sus cuerpos.
A Iglesias, le sobró como
siempre demagogia y modales profesorales con bolígrafo. Repetitivo, con mala leche
y números descuadrados, fue de mejor a peor para liarse al final con el tema de
Cataluña. No logró mostrar esa cara de centro-izquierda que propugna tras
muchos devanéos.
Podemos no tiene posiciones definidas con claridad frente a
Cataluña ni frente a la amenaza yihadista, entre otras ambigüedades.
A Saenz de Santamaría le salieron
los coloretes al intentar exculpar a Rajoy y fue incapaz de superar con su
actuación el papel de madraza y domestica que representa en el Congreso. Se
limitó a repetir datos falsificados sobre el paro, las pensiones, la educación,
etc. Esperaba mucho más de ella. Que hubiese, al menos, mejorado a Rajoy. Ni
eso, llegando a tener algún rifirrafe con su sucesor natural a medio o largo
plazo el catalán Sr. Rivera que mostró ser un neófito muy aseado y con detalles
de buena educación, aunque sus propuestas huelen a rancias, sacadas de la vieja
trastienda popular del baúl de los recuerdos...
(Mañana continuará).
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