La Cucurbitácea II
(Más elementos para análisis
de un debate)
A tenor de lo visto anoche en
el espasmódico debate (¿?) ofrecido por A3 Media no votaría por ninguno de los
cuatro concursantes, lo que no significa que no vaya a votar, como la razón
sugiere, el próximo 20 D. Habrán entendido por mi post anterior, que la
representación fotográfica de la calabaza expuesta (metáfora escolar del
suspenso) debe trocearse en cuatro
partes no necesariamente iguales (doña Soraya, eterna muleta del capo Rajoy,
merece sobradamente el mayor trozo). Como ciudadano de esta ‘nación de
naciones’ (lean a Chaves Nogales, el mejor periodista del período republicano,
cuando puedan) llamada España, debo acudir a las urnas y lo haré para depositar
mi papeleta de voto y no lo haré en blanco (aunque esta sea una opción como
otra) pues entiendo que esto último, o no votar, es contribuir a sostener lo
existente cuatro años más.
No me gustan los análisis
blandos ni militantes, de programas desnortados como el que ayer noche nos
ofreció A3 Media, amparándose supuestamente en ofrecer algo novedoso, que no
innovador. Suelo aprobar con nota los concisos y a veces brillantes análisis de
Iñaki Gabilondo. Sin embargo lo que ha dicho esta mañana en la SER me ha
parecido un análisis blando, poco comprometido, un poco pasota… Y no me
extiendo en los de muchos opinantes que desde una u otra posición militante se
han limitado a defender a su representante y descalificar a los demás…
También hay que hablar de los
formatos o contenedores de estos programas. El formato quiso, tal vez, parecer
una variante de los debates que ofrecen las miniseries televisivas (mucho
mejores que la propia realidad) de ¿Dinamarca, por ejemplo? ¿Será ‘Borgen’el
modelo. En este sentido y no solo en este, estuvo mal planteado y peor
resuelto. Olvidan los hacedores de estos remedos que los debates en serio
necesitan de un eje o tema central sobre el que debatir; que lo que se debe
buscar es que aflore el pensamiento político, en este caso, de los
intervinientes, y no todo se limite a una entrecortada –a veces áspera y a la
defensiva- exposición de la panoplia de propuestas y reformas (más bien
promesas) que ya están contenidas (o deben estarlo) en los programas de cada
partido.
Claro que si el formato no fuera
tan ambicioso como pretendía, puede pedírsele a cada uno de los oradores que
presenten un resumen programático en un tiempo determinado y luego disponer de
un tiempo para confrontarlo con sus oponentes, siempre que exista una mínima y
necesaria labor de moderación por parte de la televisión organizadora, que no
la hubo. ¿Es moderar, medir el tiempo?
Lo de anoche, insisto no fue
nada de esto. Mas calabaza para los presentadores y la entidad o ente promotor.
El contenido, deplorable. Nada
o muy poco de contenidos sociales y económicos reales más allá de las
estadísticas siempre manipuladas por unos y otros, nada sobre los efectos
devastadores del cambio climáticos y las políticas (si es que las hay)
paliativas sobre el mismo; autentico guirigay (como de costumbre) sobre el
candente tema de la educación, porque éste, está unido a modelos y concepciones
del mundo y de mantenimiento del poder que no pueden ser debatidos así. No
habrá “política de estado”, pues, ni en educación (en sus diversas facetas) ni
en sanidad (menos, tal vez por qué sobre esta ultima se debate (¿?) en términos
de “pensiones” y todo ello tiene que ver con impuestos; con temas de riqueza y
pobreza que más vale dejarse en casa… Tan sólo los candidatos y la voz
gubernamental parecieron estar de acuerdo en la necesidad de combatir (seguimos
sin saber como y con que nuevos medios) la sangrienta violencia machista, y
sobre ciertas formulaciones muy generales acerca de cómo sobrellevar la carga
del terrorismo islamista radical… Poco o muy poco sobre como redimir la pobreza
de barrios marginales, de poblaciones sumidas en el hambre o en el paro que son
germen y vivero de su existencia; de cómo ayudar e integrar a los mal llamados
refugiados, que a millares llaman a diario a las puertas de Europa. En fin…
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