Tomo del portal web Vivaleliana! (www.vivaleliana.com) la entrevista que me hicieron el jueves 10 de abril con motivo de la presentación de mi libro Exiliados republicanos en Septfonds (1939), en La Eliana (Valencia). A resaltar la coincidencia entre esta última fecha y la histórica del 11 de abril de 1931. En esta última se produjo el triunfo electoral de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales que trajeron la Segunda República española, que se proclamó oficialmente el 14 de abril de 1931.
José Antonio Vidal Castaño
Memoria del antes y el después de la Guerra Civil Española
El
que fuera el primer director del Colegio Público “Virgen del Carmen” de
L’Eliana presenta, de la mano del Centre d’Estudis Locals y con la
colaboración del Área de Cultura del Ayuntamiento, su último libro:
'Exiliados Republicanos en Septfonds'. La presentación del ensayo de
este maestro e historiador forma parte de los actos de conmemoración de
la proclamación de la II República Española que este fin de semana
tendrán lugar en L’Eliana. La cita es este viernes 11 de abril, a partir
de las 19.30h en el Centro Sociocultural. Durante la velada, los
vecinos tendrán la oportunidad de conocer esta parte de la historia
contemporánea española “tan cercana en tiempo y lugar”, en boca del
querido y recordado profesor de la generación de estudiantes elianeros
de los primeros cinco años de la década de los setenta. Vivaleliana! ha
conversado con José Antonio Vidal Castaño sobre la historia y sus
complejas implicaciones sociales y políticas.
La historia es madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia para lo por venir”.
Miguel de Cervantes.
José
Antonio Vidal Castaño, es usted doctor en Historia Contemporánea de
España y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la
Universidad de Valencia. Su línea de trabajo siempre se ha centrado en
aspectos políticos y militares de la España de la Segunda República, la
Guerra Civil y la resistencia antifranquista. ¿Por qué?
Estos temas, incluyendo el de los exilios, en mi caso el exilio republicano en Francia,
han venido ocupando el trabajo de los historiadores del siglo XX. No
conozco a nadie ajeno a ellos. El potente imaginario de la Guerra Civil,
provocada por la rebelión militar de julio de 1936 contra la república
democrática, sigue estando de actualidad. Esto es lógico cuando se
comprende que las raíces de otros problemas más cercanos derivan de ella
y de sus consecuencias: el exilio de 1939, la prolongada dictadura de
Franco, cómo se hizo la transición democrática, etc.
En
los últimos días, monseñor Rouco Varela afirmaba que vivimos
circunstancias similares a las que desencadenaron la Guerra Civil
Española. Un escritor e historiador como usted, que ha investigado y
ahondado en estos temas, ¿qué piensa de estas declaraciones? ¿Cree usted
que sufrimos cierta carencia de perspectiva respecto a nuestro pasado
que llegamos incluso a permitirnos frivolizar con acontecimientos tan
trágicos?
La
afirmación de Rouco es una patética fantochada. Me sumo a todas las
iniciativas para evitar la intromisión de las jerarquías eclesiásticas
en los asuntos de Estado, que son, por su propia naturaleza y
consideración legal, civiles. Espero que, en este sentido, prospere la
petición que está en curso.
¿Cree que los libros que cuentan la historia de España siguen interesando a los lectores de hoy? ¿Por qué?
Nuestra sociedad actual, afortunadamente, no está en guerra, pese a las fantochadas de Rouco y otros que parecen desearlo.
Nuestra sociedad actual, afortunadamente, no está en guerra, pese a las fantochadas de Rouco y otros que parecen desearlo.
Sí, y
cada vez más a los nietos de los perdedores de la Guerra Civil, que
tienen un sano e incontenible afán, exento de rencor, por saber y
conocer cómo y por qué murieron sus mayores; por reparar el trato
desigual que les dio la dictadura, al abandonarlos,en no pocas ocasiones, en el sitio donde fueron asesinados sin formación de causa.
Teniendo
en cuenta que escribe sobre testimonios y vivencias cercanas a su
propia vida, ¿qué siente narrando la historia del sargento Fabra o la de
los exiliados de la República en Septfonds?
Una
mezcla de compromiso respetuoso, dolor y, también, satisfacción, puesto
que es un trabajo que me apasiona y que vengo desarrollando como
historiador, pero también, en la medida que pueda, como escritor.
Amalgamar historia y literatura es mi sueño particular. Lo difícil es
cimentarlo, pero me consuela pensar en quienes ya lo han conseguido. Lo
sigo intentando.
Históricamente
hablando, ¿cree usted, como se ha venido afirmando en los medios tras
la muerte de Adolfo Suárez, que la Corona, concretamente el rey, jugó un
papel relevante para la creación de la España democrática?
Sin duda
Juan Carlos I jugó un papel importante. No menos relevante fue la
participación de Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo e
incluso Manuel Fraga. La monarquía, como forma de estado, fue una
solución coyuntural que no tiene por qué ser eterna.
¿Da
credibilidad al libro de Pilar Urbano, “La gran desmemoria”, en el que
se da a entender que el rey pudo estar detrás del 23F?
Sin duda Juan Carlos I jugó un papel importante en la Transición. No menos relevante fue la participación de Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo e incluso Manuel Fraga. No conozco el libro, no lo he leído y no figura, por ahora, entre mis prioridades. Tengo por norma no enjuiciar ningún texto que no haya leído total o parcialmente.
Sin duda Juan Carlos I jugó un papel importante en la Transición. No menos relevante fue la participación de Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo e incluso Manuel Fraga. No conozco el libro, no lo he leído y no figura, por ahora, entre mis prioridades. Tengo por norma no enjuiciar ningún texto que no haya leído total o parcialmente.
¿La
historia pasa inevitablemente por el tamiz ideológico del que la
escribe o puede escribirse desde el distanciamiento brechtiano?
Es
imposible, en la práctica, esconder nuestra manera de ver las cosas. Lo
que los historiadores no pueden permitirse es la desmesura y la
tergiversación de los hechos, es decir, faltar sistemáticamente a la
verdad, seguir afirmando, por ejemplo, que la Guerra Civil fue
ocasionada por el mal gobierno de la República o por una conspiración
comunista, porque se oculta que fue un golpe militar que contaba con el
apoyo de empresarios derechistas y de los fascistas italianos y
alemanes; también con la aquiescencia de las jerarquías de la Iglesia
católica.
Dicen
que el tiempo lo cura todo y que ayuda a olvidar… ¿Cuánta importancia
tiene la memoria histórica para una sociedad que aspira a vivir en paz?
Nuestra
sociedad actual, afortunadamente, no está en guerra, pese a las
fantochadas de Rouco y otros que parecen desearlo. Por otra parte, el
olvido que combato es el “olvido interesado” -lo digo en mi libro sobre los exiliados - aquel
que no tiene ninguna consideración humana ni moral con los vencidos,
con los humillados y ofendidos, cuyo “delito” fue haber luchado en
defensa de sus ideas políticas… Este olvido, si es sistemático y está
promovido desde arriba,
por los poderes “públicos”, produce ignorancia y contaminación moral.
Estos males se pueden combatir recuperando los relatos, la memoria de
las personas y de los hechos, es decir, recuperando y asumiendo la
historia.
¿La historia pone a todo el mundo en su sitio o es un esqueleto que cada cual rellena como quiere?
Ni una
cosa ni la otra. La historia es siempre compleja y posee implicaciones
políticas y sociales, de ahí su dificultad y el interés de los poderes
por controlarla. Con el tiempo, en mi opinión, gana interés, además de
belleza, aquella definición que dejó plasmada en uno de sus escritos el
genial Miguel de Cervantes. Recomiendo su lectura y la reflexión de cada
uno de sus asertos:
"La historia es madre de la verdad,
émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado,
ejemplo y aviso de lo presente, advertencia para lo por venir".Miguel de Cervantes
“La
retirada, más allá de la frontera francesa, de buena parte del ejército
republicano español en 1939, tras la caída de Cataluña, se vio secundada
por miles de civiles. Cerca de 400.000 personas protagonizaron un éxodo
masivo. Los exiliados esperaban vivir como refugiados políticos, pero,
sin embargo, fueron encerrados en campos de concentración. ¿Cómo y por
qué las autoridades civiles y militares de la República francesa
dispusieron su "internamiento"? ¿Cómo reaccionaron sus ciudadanos? ¿Qué
papel desempeñó el gobierno de Franco? ¿Qué fue de los vencidos?
Este
libro desvela las condiciones de vida y muerte en el campo de Judes en
Septfonds, adonde fueron a parar cerca de quince mil combatientes,
clasificados como trabajadores manuales, y reconstruye, además, las
vidas de algunos de aquellos soldados que emprendieron el difícil camino
del retorno”.
José Antonio Vidal Castaño es doctor en Historia Contemporánea y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia. Profesor de Geografía e Historia, con más de treinta y ocho años de servicios en la enseñanza pública. Sus líneas de investigación se centran en los aspectos políticos y militares de la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio español de 1939 y la resistencia antifranquista, temas sobre los que ha publicado numerosos trabajos.
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