Leo y escucho, con cierto estupor, las declaraciones del
dirigente popular Esteban González Pons, conocido demagogo de su partido
(consultar hemerotecas) a propósito de los “gestos fascistas” y el exhibicionismo
de la bandera con el aguilucho franquista, por la muchachada neo-generacional
del PP. Puede sorprender a los incautos la demagogia “republicana” de este
experto propagandista del régimen que nos gobierna absolutamente. Ha dicho, entre
otras cosas, que se siente representado por la bandera republicana en los actos
conmemorativos de la liberación de París en 1944. No debemos dejarnos engañar. Don
Esteban no ha sido ni será nunca republicano (a no ser que le ofrecieran el
cargo de Presidente con sueldo y sobresueldo), por mucho que ahora nos quiera
vender su apoyo a los aliados antinazis y el reconocimiento de la participación
de los republicanos españoles en las batallas por la liberación de Francia.
El “gesto” González Pons está dentro de la lógica de la distracción que practica el PP para que
no podamos perseverar en la oposición a la corrupción política, el despilfarro
económico y la gran fábrica de parados en la que el país se ha convertido.
Hacen falta más Gibraltares, fiestas colosales y eventos lúdico-deportivos,
“más madera” en suma, para contentar al populacho. González Pons, con su puesta
en escena, intenta también frenar las protestas frente a las aberrantes
afirmaciones del ignaro y cucurbitáceo diputado Rafael Hernando, quién mantuvo,
sin argumentos, que la banderea republicana es anticonstitucional. Esta
lumbrera neoliberal afirmó que la Segunda República “llevó [a España] a la
Guerra Civil” (…) ocasionando “un millón de muertos”. No se rían. Este es el
fondo de la cuestión. Se le puede perdonar a un jumento su incompetencia histórica
y su mala leche. Sin embargo no debemos pasar por alto que se trata de un
ataque calculado a la esencia de las libertades políticas y cívicas, al sistema
parlamentario y a la convivencia ciudadana. ¿Será acaso porque el futuro de la
monarquía en este país pinta mal, muy mal? ¿Será porque el aroma democrático se
percibe más auténtico desde una República? Lo cierto es que toda la derecha, ultras
y centristas del PP -que
los hay-,
en particular, se aprestan a desprestigiar la experiencia republicana. Para
ello es preciso citar mal a sabiendas, falsear
la historia y engañar… Una vez más, hay que decir que la Segunda República,
elegida libremente por los ciudadanos, no trajo la guerra civil y que está no
ocasionó “un millón de muertos”. La guerra civil fue la consecuencia directa
del golpe de estado dirigido por los generales Mola y Franco, con el apoyo de
capitalistas como Juan March y de las jerarquías de la Iglesia Católica contra
el gobierno legítimo del Frente Popular, ganador de las elecciones de febrero
de 1936. En cuanto a los muertos directos
de la contienda hoy sabemos que ni siquiera se acercan a la mitad de la cifra
dada por Hernando, paladín de la ignorancia, que no hacía más que repetir -palabra
por palabra-
el título de una novela de José María Gironella publicada en 1961. De lo que no
dice nada Hernando es de los muertos, desaparecidos y excluidos sociales de la
postguerra, producto de una larga y cruel dictadura vengativa que se inició el 1
de abril de 1939.
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