Siguiendo la pista del genio Kubrick llegamos el pasado miércoles 27 de marzo al CCCB en la calle Montalegre 5. Era mi tercera o cuarta visita, no recuerdo bien, a este lugar que siempre me resultó extraño e incongruente y por ello irresistible y atractivo.
Una Barcelona re-descubierta que me pareció más parda y gris que otras veces o, tal vez, menos radiante y, paradoxal ocurrencia, menos cruel..., más vieja y cansada...

Unas 30 mini galerías en total, con salida a la cara opuesta de la entrada... Recuerdos mil, películas completas, fragmentos escogidos; vídeos explicativos o no; documentos, libros, objetos colocados en los expositores... Todo con mucho orden y concierto y poca luz...
Como devoto que soy de su Santidad cinematográfica no podía dejar de ver o de mejor entrever todo lo complejo, dinámico y espléndido que ofrece, ver reunidas, las piezas y fragmentos de esa grandeza, soledad y trabajo artesanal de quién buscó con ahínco la PERFECCION.
Y esto ES... La PERFECTA IMPERFECCION de sus criaturas lo que ME resulta fascinante. Una visita para mí obligatoria, aunque no indispensable pues he aprendido que no hay nadie ni nada que merezcan este adjetivo o, lo que sea...
El paseo vespertino posterior, resultó ser todo un pulso, menor, intrascendente pero no prescindible... Una Barcelona llena de hoteles y pisos turísticos... (...) Cicatrices del tiempo visibles y sin reparar, aceras del infinito cada vez más gastadas, losetas mentales fuera de lugar. La posibilidad de caer cada vez mayor... El atractivo del abismo, ya se sabe... Todo resumido: El viejo café Zurich en un chaflán (el que da a Pelai) de Plaza Catalunya (o debía decir Cataluña) con sabor a viejo y gastado pero con el aroma indefinible del caleidoscopio, del laberinto humano y sus atractivos meandros.
Gracias Kubrick. Gracias Barcelona por dejarme entrever-lo desde más cerca...
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